JORGE CAMPOS, ¿el mejor portero de México? (1988-2004)

La historia de Jorge Campos

Normalmente, los futbolistas mexicanos son poco conocidos alrededor del mundo. Los fanáticos internacionales pueden reconocer sólo a algunos de ellos. Pero hay uno muy especial. Jorge Campos Navarrete, el acapulqueño que conquistó los corazones del mundo en la década de los 90.

Su historia infantil es un misterio. Creció en Los Amates, un pueblo de las orillas de Acapulco, Guerrero. Ahí, entre la arena y el mar, fue desarrollando un talento bastante extraño, con los pies y con las manos.

El futbol playero, el voleibol y el surf se combinaron para dotarlo de agilidad felina y rapidez mental. Además, el ambiente agradable y feliz en el que vivía lo convirtieron en un muchacho afable y carismático, pero también muy reflexivo.

Esta profundidad de pensamiento, rara en un deportista, le ayudarían a adelantarse a su época, imponiendo un estilo muy poco ortodoxo, casi risible, y que, sin embargo, lo llevaría a la fama mundial.

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El descubrimiento

Fue Miguel Mejía Barón quien lo observó en un partido amistoso de los Pumas contra un equipo de tercera división de Acapulco. Después de un par de infructuosos intentos por convencer a su padre, el prospecto por fin pudo ir a probarse a los Pumas.

A pesar de mostrar cualidades sobresalientes, el portero titular de la UNAM era un joven Adolfo Ríos, jugador que mantendría su buen nivel hasta el día de su retiro. Jorge tuvo que comer banca durante bastante tiempo, hasta su debut en Copa contra Cruz Azul, donde recibió su primer gol.

Su debut

Pero no fue si no hasta el 11 de diciembre de 1988 donde hizo su debut profesional en Primera División. En la temporada 88-89, Campos jugó sólo 7 partidos.

Durante la temporada de la 89-90, el Brody se acercó con el técnico para solicitar un aumento de sueldo y, por supuesto, más minutos en la cancha. Mejía Barón le hizo ver que los porteros tenían menos suerte económica, además de explicarle del buen momento de Ríos. Fue ahí donde dio inicio el recorrido de Campos como delantero.

El 16 de septiembre de 1989 sustituyó a Luis García, entrando como centro delantero. Anotó su primer gol de cabeza en Ciudad Universitaria contra las Cobras de Ciudad Juárez y festejó con sus 23 años de edad.

Durante ese torneo, Jorge Campos anotó 14 goles en liga y 1 en copa. Fue el mejor goleador de los Pumas y se preparaba para tomar las riendas de la delantera universitaria.

Sin embargo, para la 90-91, Adolfo Ríos se marchó al Veracruz y Jorge regresó a la portería. Durante algunos años siguió alternando como arquero y delantero, pero a partir de ahí su historia se escribió con los guantes puestos.

Campeón con Pumas

La final de ese torneo se disputaría entre la UNAM y el América. Con una buena actuación del portero menos goleado del torneo, además de una atajada en los últimos suspiros del encuentro, Campos ganaba el único título en su historia Puma.

Haber jugado como delantero, le daba la intuición para leer a sus rivales. Comprendía cómo buscaban ganar la espalda de los defensas centrales y achicaba la cancha. Hoy hablamos de Neuer como un portero líbero, pero fue Jorge Campos y, por supuesto el argentino Gatti, uno de los primeros en salir de su área a jugar como otro defensa, recibiendo y tocando el balón con educada técnica individual.

Algunos lo tachaban de exagerado y arriesgado, pero su estilo único marcó un antes y después en las porterías del mundo.

Su debut en Selección

El 20 de noviembre de 1991 debutó con el combinado nacional. Fue César Luis Menotti quien lo convocó. Era el inicio de la década Campista, donde el acapulqueño ya no soltaría la titularidad de la selección.

El Inmortal continuó su carrera en la Liga Mexicana, demostrando una destacadísima calidad bajo los postes. Desarrolló un inusual talento para fintar a los delanteros que le enfrentaban mano a mano. Se dejaba caer a un lado para distraerlos y luego regresaba a su lugar, evitando muchos goles, aunque también cometiendo algunas pifias.

Sus locuras más recordadas eran esas carreras fuera del área con balón controlando, desequilibrando a los rivales y burlando a jugadores, para acabar dando pases filtrados. Todo un personaje.

Ya para principios de los 90, Campos nos tenía acostumbrados a sus estrafalarios atuendos. Es un misterio por qué le permitían usar diseños propios en esa época, pero los rombos, líneas, rayas y rayos, además de mucha, pero mucha fosforescencia fueron un ícono que hoy todavía se ve en las gradas del Azteca en partidos de la Selección.

Y es que la historia del portero es más fácil de contar a partir de su trayectoria en el Tri. Su paso por clubes era una especie de entrenamiento, ya que su brillo y máximo nivel lo otorgaba en los partidos con la Selección Mexicana.

Con esa tendencia llegó a la Copa América de 1993, donde fue una pieza clave para que el equipo mexicano alcanzara la final, elevando el nivel grupal desde la zona baja.

Fue ese mismo año cuando fue nombrado el tercer mejor portero del mundo por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, sólo por detrás de dos leyendas: Peter Schmeichel y Sergio Goycochea.

Mundial de 1994

Para el mundial de Estados Unidos 1994, Campos cumplió con una espectacular participación, atajando goles por todos los ángulos de la portería, achicando a los italianos como si jugaran en el Atlas y empujando al equipo desde su área.

Ese equipo mexicano dio una de las mejores exhibiciones de la historia. Avanzó en su grupo con dos buenos partidos ante Irlanda e Italia. La combinación nos llevó a enfrentarnos a Bulgaria.

A pesar de que los europeos estaban fundidos por el calor gringo, el partido llegó hasta la tanda de penales, donde Campos aseguró que iba a parar 1 o 2, confiando en que sus compañeros meterían los 5.

El portero atajó uno, pero no fue suficiente para evitar la eliminación mexicana.

El 27 de abril del 95, Campos fue parte del equipo de Quilmes que inauguraba su estadio y que ganaba con este gran gol del portero-delantero.

Para la temporada 95-96 fue traspasado al Atlante. El equipo no figuró, pero en la última jornada, Campos convenció a Javier Aguirre de pasarlo a la delantera.

Durante la semana el portero Norberto Scoponi dijo que Campos nunca le iba a meter un gol. De tijera y de zurda, el Brody anotó el mejor gol de toda su carrera, que desgraciadamente también sería el último en partido oficial.

De paso en el Galaxy

Entre 1996 y 1997, Jorge jugó en Estados Unidos con el equipo del Galaxy. La MLS seguía con su plan de aumentar la popularidad del deporte con los latinos y el acapulqueño era el imán perfecto para la taquilla. Perdió una final en 1997, cometiendo un error en el segundo gol del DC United.

Con el equipo angelino, jugó 46 partidos y anotó un gol en el MLS All Star de 1997.

Cruz Azul

En el invierno de ese año, Jorge Campos fue cedido al Cruz Azul. Los capitalinos llevaban 17 años sin ganar el título de liga y el portero llegaba a competir con Óscar Pérez en la portería y con Hermosillo y Palencia en la delantera.

El Brody portó la casaca número 9 durante ese torneo que la máquina se coronó ante León, lo que le convierte en el último 9 campeón con Cruz Azul, al menos hasta este 2020.

Con el Azul, Jorge sólo participó en dos encuentros, uno de ellos como delantero, en la final de ida contra el León.

Francia 1998

En 1998 jugó 9 partidos en Chicago Fire, también de la MLS. A pesar de ello, fue convocado al mundial de Francia.

En el torneo, Jorge volvería a demostrar que la selección estaba hecha para él. Ya no le dejaron portar sus vistosos uniformes y se tuvo que conformar con el color contrario al de sus compañeros de cancha, pero eso por supuesto que no minó sus habilidades.

Dio cátedra, una vez más, en el escenario más importante del futbol. Lamentablemente, y a pesar de que el Tricolor dio un gran partido, se fue eliminado una vez más en cuartos de final ante Alemania.

Después de la justa mundialista, Jorge regresó a su segunda etapa con Pumas. Llegó a semifinales del Invierno 98 contra las Chivas, donde jugó como portero y delantero, pero un pésimo arbitraje de Antonio Marrufo evitó que los Pumas avanzaran a la final.

Entre los parones de la liga mexicana, Campos alternaba con el Chicago Fire de la MLS, equipo donde sólo participó en 9 ocasiones.

Campeón Copa Confederaciones

En el verano de 1999, Jorge Campos alzó el trofeo más importante del siglo XX para la Selección Mexicana. Con un equipo repleto de estrellas, México derrotaba a Brasil en el Estadio Azteca y el portero fosforescente estaba presente, como lo hizo durante toda la década.

Esta imagen del Brody acomodando la copa y corriendo con sus coequiperos, es una de las más recordadas por todos los aficionados del futbol mexicano.

Después del paraíso, vino el infierno. El inmortal fue transferido a Tigres. En el equipo norteño pasó con mucha pena y con cero gloria. Jugó sólo 17 partidos en el verano 2000 y se fue entre severas críticas.

Regresó al Atlante. Cuentan las historias que Jorge ya estaba aburrido. Él mismo habla sobre la desidia al entrenar, de las pocas ganas de sentir la presión de la cancha y el gusanito del retiro rondaba por su mente. Jugo dos torneos con los Potros, donde no pasó nada. En sus dos etapas con Atlante, Campos disputó 72 encuentros y anotó un gol.

La última en casa

Con 34 años volvía a una última aventura con la UNAM. El equipo que lo vio nacer, crecer y convertirse en ídolo de toda una generación.

En su primer torneo, la escuadra quedó en último lugar de la tabla general. Con la llegada de Hugo Sánchez a la dirección técnica, el ídolo ya no tenía cabida y fue traspasado al Puebla. Con el equipo universitario jugó en tres etapas de su carrera, disputando 274 partidos y marcando en 39 ocasiones.

Su última convocatoria oficial en la Selección se dio para la Copa del Mundo de Corea Japón. El Vasco Aguirre lo invitó para competir por el puesto, aunque el medio futbolístico sabía que esa era una batalla perdida, ya que el Conejo y Oswaldo Sánchez estaban en un mucho mejor momento.

Con la Selección Nacional del México jugó 129 partidos, ganó dos Copas Oro y una Confederaciones además de un tercer lugar y un sub campeonato de Copa América.

Jugó cuatro torneos más en la liga mexicana. Con Puebla sólo se divirtió. Jugaba al futbol y lo disfrutaba. “Me pagan por divertirme”, decía la estrella, que veía los últimos días de su carrera futbolística.

El retiro

Su despedida del futbol no fue con un partido memorable. Primero los Tecos le hicieron un partido de exhibición en el Tres de Marzo. Luego, aprovechando el adiós de Romario de la Selección de Brasil, los jugadores mexicanos y brasileños que fueron al mundial del 94 armaron un encuentro de exhibición, en el que Jorge jugaría la primera mitad como portero y la segunda de delantero.

En el último partido de despedida que se tiene registro, repitieron esas dos selecciones, esta vez en México, donde Campos anotó dos goles.

Así se iba el mejor portero de México en el siglo XX. Hoy hay muchos debates en torno quién es o fue el mejor.

Dominar una posición durante más de 10 años al máximo nivel es algo muy difícil de alcanzar en este deporte. Además hay que sumar sus más de 40 goles como futbolista profesional, cosa muy inusual en porteros del mundo . Es de hecho, el sexto portero de la historia con más goles anotados.

Este arquero de 1.70 de estatura, sonrisa infinita, tranquilidad absoluta y reflejos inmediatos, rompió esquemas. Su carrera no está llena de títulos colectivos ni galardones individuales, sólo los suficientes. Pero vive y vivirá para siempre en nuestro recuerdo, imborrable e irrepetible. Una leyenda del futbol mexicano.

¿Qué opinas de la trayectoria de Jorge Campos? ¿Crees que es el mejor portero mexicano de toda la historia? Déjamelo saber en tus comentarios.

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